Patagonia – Parte 2 // El Bolsón, Trevelín

El Bolsón es un pueblo ubicado en un valle flanqueado hacia el este y oeste por enormes montañas andinas. Cuando llegué me sentí como en el valle de Gondolín. Que conocía yo de El Bolsón a partir de lo que me contaba la gente? Hippies y faso, punto. Hay una interesante movida relacionada a esto, auténtica y desde hace mucho. durante mis primeras horas sin embargo mi atención estaba hacia el imponente Cerro Piltriquitrón que se levanta como una pared gris coronada por nubes de todo tipo de formas y colores. Visible desde cualquier punto del pueblo, simplemente no le pude sacar la mirada durante toda mi estadía. En mi diario de viaje personal anoté que es una de las montañas que más me ha gustado, y hoy luego de haber visto muchas más montañas en los Andes y en los Alpes, lo sigo sosteniendo.

El plan era hacer un trekking hacia el otro lado, hacia el oeste, donde habían una inmensidad de refugios y senderos para recorrer. Al día siguiente, levanté mis petates y arranque bien temprano hacia el lugar donde comenzaría a caminar. Como casi siempre, la gente del camping me dio todos los datos para llegar.

Salida/trekking Refugio Hielo Azul → Cajón del Azul

Desde el centro me tomé un remise hasta la cervecería «Kelly» para comenzar la salida de dos noches, con destino a el refugio Hielo Azul, en la primer noche y el refugio Cajón del Azul en la segunda.

La caminata hasta el Hielo Azul dura de 4 a 6 horas, dependiendo de cada paso por supuesto. Se arranca a caminar de la cervecería Kelly acompañando el claro y torrentoso Río Azul por mas o menos 50 minutos hasta el puente que lo cruza. EL PUENTE ESTÁ DE MENOS. Es un puente para una persona pero además esta hecho bolsa, la madera media podrida y las lingas, si bien de buen diámetro, están medias oxidadas. Probablemente en temporada lo arreglen un poco más. De ahí arranca la subida propiamente dicha, muy bien señalizada y con tramos mas empinados que otros. Yo metí 6 horas y media pero me perdí un par de veces por venir pensando en otra cosa y además pare buen rato en 2 miradores con tremendas vistas hacia el valle y la cadena montañosa en la que se encuentra el Piltriquiltrón. No me crucé a nadie ni en la subida ni en el refugio, algo que se puede decir pocas veces que se visita la montaña y lo disfruté mucho. Andar solo en la montaña no es lo ideal pero vaya que se disfruta!

El refugio, a 1.300 msnm y perteneciente al Club Andino Piltriquiltrón (CAP) está compuesto por 3 edificios. El principal es el refugio propiamente dicho, de aprox 8 metros de ancho por 20 de largo y dividido en dos, una parte para el refugiero y su flía y la otra para los huéspedes. Después hay una especie de galpón con leña y finalmente los baños. En este momento (y creo que hace ya varios años) es atendido por una flía de cuatro integrantes. Los padres y dos niñas de 6 y 8 años. Cuando llegué estaba solo la madre, el resto esquiando y jugando en la nieve en la base de la montaña. Están acá de noviembre a marzo, los gurises faltan algunos días a la escuela. Crianza particuar y linda si las hay, por lo menos en mi opinión.

La parte para visitantes del refugio es una cocina y comedor, todo de madera con piso de madera (troncos cortados en «fetas» pegados al hormigón). Hay algo de iluminación (panel solar), vajilla y libros. De noche esquivé al baño, me hice un arroz con atún y pan casero (18 pesos Arg. el atún y 25 el pan…), leí algo de Thoreau de un libro para visitantes, una guía de montaña y a Don Segundo Sombraque había adquirido en una librería del pueblo. De ahí al sobre en el piso superior del refugio que gracias a la estufa constante en el piso de abajo, me permitió dormir en calzones casi destapado. Si me preguntan a mi, Un lujo.

Amanecí a eso de las 9, como la estufa se había apagado ya hace un rato estaba medio fresquito. Me hice un mate, unas tostadas de pan casero y me senté a tomar ese amargo con una vista a el cerro Hielo Azul, con algo mas de 2200 msnm. La vista es increíble. El cerro pega la vuelta creando una especie de anfiteatro y sobre la parte izquierda cae una cascada de unos 10 metros proveniente del glaciar mas arriba. Esta agua se junta a su vez con la proveniente de la nieve derretida del resto de la montaña y se convierten en el río Río de Teno. Estos casi mil metros que gana el cerro lo hace casi de golpe, lo que hace al paisaje mucho mas impresionante aún. Una lástima no pude subir al glaciar por peligro de avalancha. Tal parece la mejor época es en otoño.

Me bajé casi un termo de mate admirando la montaña, me despedí del refugiero y su flía y emprendí viaje. La subida acompaña por unos 10 minutos el Río de Teno para enseguida voltear al norte para empezar la subida hasta otro refugio, el Natación, que queda en una planicie intermedia con vistas a la parte sur del cerro Hielo Azul.

En el Natación paré a hacer medio día, o sea, comí unas rodajas de pan y algo de maní. Charlé con el refugiero y sus dos ayudantes, con el gringo Mark, que me dio buenos piques ya que el amigo «corre entre refugios» según entendí. Después emprendí viaje, primero unos 30 mins de camino casi plano y después una bajada bastante pronunciada de casi 2 horas y media hasta chocar con el famoso Río Azul. De ahí 40 minutos río arriba hasta el refugio.

La zona es muy famosa por el llamado Cajón del Azul. El río que viene del deshielo, de un color azul intenso, repentinamente se «encajona» de forma estrepitosa. Desde lo que se llama «el nacimiento«, recorre algo así como 300 metros entre un cañón soñado. Habían partes que veíamos el agua desde 10 metros de altura y aun así se veían las truchas nadando allá abajo.

Esa noche pernocte en en refugio «Cajon del Azul». El refugiero, Atilio es un veterano de unos 60 años, hace 32 años llego al El Bolsón y no se fue mas. Es dueño del predio que ocupa el refugio en donde tiene una variada y prolija huerta (bastante pro), unas ovejas y unas vaquitas. Antes producía e iba a vender a El bolsón pero a principio de los 90 empezaron a caer turistas y le fue mas negocio poner un refugio y la verdad es que si hay gente son una máquina de hacer plata. El camping no es barato, el pernocte en el refugio menos pero sobre todo lo que tiene es venta de productos artesanales como queso, pan, pizzas y sobretodo cerveza, cada refugio hace la suya propia.

Cuando llegue al refugio solo estaban unos esquiladores que le habían ido a esquilar las ovejas. Atilio me invito una cerveza, decidí quedarme a dormir y salí a dar una vuelta. Cuando volvi por suerte se había llenado el rancho. Una pareja de porteños muy macanudos, Cris una española, una Argentina de Bariloche, su novio neozelandés y su padre, un cuarentón de el bolsón y su huésped, una Americana.

Comimos unos fideos muy bien hechos por la Argentina y charlamos hasta la noche. Después al sobre, en este caso yo me metí en uno North Face para -29*C que tenia para la venta el Atilio, dormí como un bebe.

Nos levantamos a media mañana y salimos a dar unas vueltas. Yo me fui hasta el refugio del Retamal y volví. A media tarde nos despedimos y emprendimos la caminata de vuelta hacia El Bolsón con los porteños y la prole de la argentina. Además nos sumamos a un colgado (en el buen sentido) de la ayahuasca que nos contó de toda la mística. Nos contaba de las comunidades ceca de el bolsón que viven de acuerdo a calendarios astrológicos y anida mais.

La caminata no es nada difícil, 2 a 3 horas, y llega previa pasada por otro puente fulero, a «Warton«, la casa de una familia histórica de la zona. De ahí nos fuimos con los porteños a comer un helado, nos despedimos y arrancaron para Bs. As. Antes de irse uno me dijo «che, hace dos días que te conozco y parece que hundiésemos viajado una semana». El sentimiento fue mutuo.

Al día siguiente levanté campamento y arranque para la ruta a buscar esa alma caritativa que me lleve. El primero, un dueño de un local de autopartes me dijo que pasó y no paró pero como le parecí buen tipo dio la vuelta manzana y me levantó! la segunda, una maestra que iba a una escuela rural, me levanto porque su hijo era mochilero, después otro mecánico, un petrolero que me contó de la vida en Comodoro Rivadavia (mucha prostitución, timba y drogas pero buena paga), un tipo que se iba con su alevosa lancha al un lago, un veterano de las Malvinas al cual acompañé a ver a sus vacas y me contó de los horrores de la guerra. Un vendedor de lana, otro estanciero entre otros y a todo esto, 8 viajes mas tarde ya estaba en la frontera de Chile con muchas espectativas. Del lado argentino Trevelin, un pueblo fundado por Galeses y del chileno Futaleufú, ya metido en la selva austral.

Lo lindo es que la cordillera separa la zona en dos paisajes totalmente diferentes, del lado argentino la Pampa, un desierto plano y del lado chileno la selva austral, una selva montañosa, muy húmeda, de arboles altos y por sobre todas las cosas muy fría.

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