Patagonia – Parte 1 // De Montevideo a Bariloche

Mi viaje arranca en Montevideo, Uruguay un 30 de octubre de 2012. Destino, Patagonia, sin muchos planes pero si con muchas cosas que ya tenía en mente. Había leído mucho sobre la Carretera Austral, una ruta de 1240 km de largo, hecha en la época de Pinochet que se extiende desde la ciudad Chilena de Puerto Montt hasta Villa O´Higgins en la que se encuentran una infinidad de parques, glaciares y lugares para visitar. También tenía pensado visitar El Chaltén, El Calafate (por el Glaciar Perito Moreno), Parque nacional Torres del Paine. También estaba al tanto de la mítica Ruta 40 pero no tenía idea que camino iba a tomar, la idea era charlar con la gente una vez llegado a Bariloche y decidir en base a lo que rescatara y también en base a las condiciones climáticas ya que tenía entendido que la Carretea Austral puede ser muy lluviosa y fría.

Partí entonces en el ferry Cacciola hasta Buenos Aires donde pasé un par de días visitando amigos antes de finalmente dirigirme hacia el sur. El camino elegido fue Buenos Aires – Viedma en bus, y Viedma – Bariloche en el recién reinaugurado “Tren Patagónico” cuyo boleto se puede adquirir en la casa de la provincia de Río Negro en Buenos Aires (esa era la única forma en la época que viajé, veo que ahora tienen una página de Internet con sección pasajes). También hay más de una clase, cosa que no existía antes. El recorrido en dicho tren es lindo, para algunos tal vez un poco largo. En mi caso demoró casi 20 horas pero es verdad que tuvimos grandes demoras en varias de las paradas. Además el tren venía con un desperfecto en los frenos y no podía desarrollar toda su velocidad. El tren al estar recién reinaugurado estaba en muy buen estado. Tiene una sola categoría, “pulman” además de un vagón comedor con precios no tan altos (donde me mandé una milanesa en dos panes). Los vagones tienen un aspecto onda heladería de los años setenta, con detalles cromados y un color celeste claro y los asientos si bien no se hacen cama completa son más que cómodos.

El recorrido es lindo, o más que lindo, interesante. Básicamente se atraviesa el continente a esa latitud, casi del Atlántico al Pacífico. Se experimenta, por lo menos desde la ventana, una parte de la Patagonia que no mucha gente ve. El tren frenó en 4 lugares si mal no recuerdo, San Antonio Oeste, Ing. Jacobacci, Comallo y el destino final, Bariloche. En mi caso hubo retrasos en cada estación por lo que me bajé a dar una vuelta pero en situaciones normales no se como es el tema. Llegué a Bariloche al medio día habiendo partido de Viedma el día anterior a las 4 PM.

Por esas casualidades viajé sentado al lado del electromecánico del tren y me estuvo contando todo acerca del aparato que viajábamos y de como es terriblemente difícil mantener un buen servicio de trenes en argentina debido a que está totalmente politizado, nuevo gobierno, nuevos planes etc. En cuanto al tema ingenieril (pasar al párrafo siguiente los que quieran!), lo mas impresionante es la locomotora, motor diésel de 2250 caballos! (sería equivalente al consumo de 21.135 lamparillas de 60 watts prendidas al mismo tiempo y durante toda el viaje). Lo interesante de estos bichos es que el motor diésel mueve un generador el cual alimenta un motor eléctrico y es este el que impulsa los 3 ejes de la locomotora en conjunto. O sea, con un motor se genera electricidad para volver a alimentar un motor! El tema, según me explico el hombre, es que no es posible (o eficiente) transmitir una potencia tan enorme mediante una transmisión mecánica como ser la de un camión por ejemplo (embriague etc). Además de la tracción, el motor alimenta varios compresores para ventiladores y frenos. Todo el sistema electromecánico es del año 75. Cuando llegamos a Bariloche fuimos hasta la locomotora y me mostró todo de cerca.

Bariloche

San Carlos de Bariloche es una ciudad de la provincia de Río Negro sobre la falda de la cordillera y en la costa del lago Nahuel Huapi. Es una hermosa ciudad que como toda la Patagonia, está cambiando, creciendo y modificando. Hay gran oferta de hotelera, hostels y campings así como de actividades para todos los gustos. El centro es fácilmente caminable y lindo de recorrer, el Centro Cívico, la Catedral y toda su costa son postales de la ciudad así como su cerveza y chocolate artesanal. Pero su verdadera belleza se encuentra en sus alrededores, las opciones para disfrutar de la naturaleza son infinitas, en cualquier estación. Yo le dediqué 7 días entre los que recorrí el centro, realicé dos salidas a la montaña y salí de noche.

Llegué a la estación de trenes de Bariloche que ya me dio un primer pantallazo de la arquitectura de la zona, me hizo acordar a Suiza, cosa que me volvería a suceder a lo largo de mi estadía. Piedra y madera, estufas grandes y techos a dos aguas. De ahí caminata corta hasta el centro, con el inmenso lago Nahuel Huapi a la derecha y un Bariloche que toma forma a la izquierda.

Me separe de la rambla a la altura de la catedral para tomar un bus hacia el Camping Petunias donde me estaría quedando mientras en Bariloche. Como yo viajaba en temporada baja, lamentablemente no había mucha gente pero pude fraternizar con otros viajeros, una linda familia de Buenos Aires con las que compartimos deliciosas cervezas en la cervecería Blest (deliciosas pero caras!), pizzas, empanadas etc.

Las instalaciones del Camping Petunias son muy buenas, creo que es el único camping que tiene costa al lago con playa y un pequeño puertito. Los baños limpios y el staff muy buena onda y hay mucho lugar (por lo menos en noviembre, reservar con anticipación para Enero y Febrero). Honestamente, al no tener vehículo propio, me resultó un poco lejos del centro de la ciudad a pesar que hay buses regulares hacia ambos lados. Su entrada es sobre la Avenida Ezequiel Bustillo a la altura del 13500 (Km 13 y medio).

Una vez asentado en el camping fuimos con un amigo alemán (que por esas casualidades se encentraba en Bariloche esos mismos dias!) a escalar el Cerro Campanario que, según tengo entendido, ofrece una de las 10 mejores vistas del mundo, Según la National Geographic. Cierto el ranking o no, las vistas son increíbles, lagos de diferentes tonos, islas con y sin bosques, reflejos del sol y para coronar la inmensidad de los Andes de fondo, todavía con una nieve remanente en las alturas, un espectáculo!

Esa noche decidí ver la oferta nocturna de la ciudad. Luego de unas hamburguesas en el Hostel Achalay donde se estaba quedando mi amigo Germano nos fuimos primero a la cervecería «Konna» y después a otro(s) bares que no recuerdo donde libamos cervezas caseras. Ya bastantes adobados fuimos a «La Cantina» y cerramos la noche ahí. Yo fiel a mi estilo me dormí en el bus de vuelta dejando mi mochila con toda mi plata y documentos totalmente desprotegida a metro y medio mío. Cuando me levanté por suerte estaba ahí pero me baje mas de diez km del camping, tuve que caminar como 7 y tome un taxi los últimos 3 porque no daba mas.

A la mañana siguiente la idea original era arrancar un trekking con mi amigo hacia el Refugio Frey (1700 msnm) a media mañana pero por lo descrito anteriormente, recién pude arrastrarme afuera de mi carpa a eso de las 12, chorreando sudor ya que había armado campamento al rayo del sol. Luego de comprar unos víveres y tomamos el bus a la base del Cerro Catedral de donde arrancó la caminata de tres horas hasta el Refugio Frey. Fue una caminata relativamente fácil y muy escénica. El refugio Frey, perteneciente al CAB (Club Andino Bariloche) esta muy prolijo y tiene hospedaje, cocina y baños muy buenos. También se puede acampar en la vuelta del refugio gratis, cosa que hicimos. Como buen campamento de montaña es de piedra pura por lo que hay que fijar la carpa con ataduras, sin estacas. Las vistas son increíbles.

La Kelty en el Refugio Frey
La Kelty en el Refugio Frey
Vista de donde montamos la carpa en el Refugio Frey, con la laguna Toncek semi congelada.
Vista de donde montamos la carpa en el Refugio Frey, con la laguna Toncek semi congelada.

Al día siguiente  me junte con un grupo para hacer parte del camino que va a la laguna Jakob. Solo parte de el ya que había aviso de que el hielo estaba complicado y ninguno tenía equipo ni experiencia correcta. Bordeamos entonces la laguna Toncek (pegada al refugio) y comenzamos la subida hacia el paso. Ahí todo el equipo, a excepción de un argentino y yo dio la vuelta ya que la subida era bastante empinada y si resbalábamos, lo que teníamos debajo era un tobogán de capas 100 o 200 metros con mucha piedra al final. Subimos haciendo escaloncitos en la pared de hielo, paso a paso y hachando el cuerpo contra la montaña. Llegamos arriba y bordeamos el cerro Catedral por la parte de atrás, con una vista increíble, y aparecimos en la cumbre del catedral por su parte trasera. Desde ahí, como todavía había nieve/hielo, nos tiramos sentados y bajamos gran parte del cerro de esa forma. Muy divertido y eficiente pero me costó las costuras de mi pantalón. Lo mandé a arreglar días más tarde pero nunca lo pude volver a recuperar. De la base del Catedral dos buses hasta el camping. Llegue bastante molido, principalmente debido al hecho de ser el primer trekking con casi todo el peso en la mochila.

El día siguiente me lo tomé para el descanso, playa del camping y paseo por Bariloche donde me sume a un grupo que hizo un mini tour por la chocolatería Frantom. Tal parece que el secreto del chocolate en rama es la temperatura ambiente y la transferencia de calor con la mesa. Al final nos dieron a probar chocolate en barra y una taza de chocolate caliente. De ahí hice dedo de vuelta al camping al cual llegue en dos tramos, un barbudo metalero descontento con «La Cantina», el boliche que había ido el sábado, porque el dueño se había vendido a lo comercial y había reformado lo que antes era una cantina propiamente dicha en un boliche de moda, que hasta agitó buenas cumbianchas. El segundo que me levanto, un profesor de arte dramático que me invito al concierto de trombones en el famoso Hotel Llao Llao el día siguiente.

La Av. Bustillo, sobre la que se encuentra el camping Petunia, nace en Bariloche centro y recorre la costa del lago hasta apróx. el Km 28, en el Hotel Llao Llao. Es un verdadero deleite recorrerla, sobre todo al final, en lo que se llama «Circuito Chico«. No quiero generar más información en este mundo ya tan desbordado así que les paso este link por una descripción más a fondo. Este circuito se puede hacer en vehículo propio, en bicicleta y por que no, caminando. También hay muchas empresas que realizan tours etc, en mi opinión la mejor opción es, si no contamos con vehículo propio, alquilar una bicicleta o hacerlo a pié o dedo (autostop) cuando nos cansemos. Esto fue lo que yo hice. Todo el recorrido es muy lindo, con muchas cosas para ver y/o hacer.

Saliendo del Camping en dos viajes ya estaba en el hotel y por esas grandes ventajas que tiene esto de viajar a dedo, la persona que me levantó iba al concierto al que había sido invitado el día anterior. Era un concierto de un cuarteto de trombones llamado Viento Sur. Además de que el concierto en si estuvo muy bueno, me dio la oportunidad de visitar el hotel desde adentro. Un clásico de las postales, es impresionante. Madera, piedra cuero y cuernos de ciervos (o huemules?) son la materia prima de todo. Con salas de té con impresionantes vistas, pisos alfombrados y enormes candelabros, bien vale la pena intentar entrar. Sin gente también podría hacer enloquecer a Jack Nicholson pero ese día hervía con gente de todo tipo.

Luego de recorrer el hotel fuimos a Lago Escondido así como a varios puntos panorámicos del Circuito Chico y finalmente, luego de separarme de mi nueva amiga y un par de viajes más, llegué a Colonia Suiza. Como no era día de «feria» no llegué a ver el bullicio que supuestamente es en estos días (y en temporada alta) pero no por eso dejo de ser lindo y pintoresco. Las vistas al Lago Moreno son algo digno de ver.

A la mañana siguiente me levanté medio afiebrado y bajo lluvia pero con una idea más clara de mi futuro, Bariloche era muy lindo pero era hora de seguir hacia el sur. Una pareja de israelitas que había conocido en el hostel de mi amigo Alemán me terminó de convencer que la Carretera Austral debería ser el camino. Ver que mi carpa había hecho agua esa mañana no era muy alentador ya que esperaba muchas lluvias en la Patagonia Chilena pero ya se verá, en la marcha se acomoda la carga decía mi abuelo. A riesgo de empeorar mi estado de salud decidí entonces tomar un bus hacia El Bolsón al que llegamos luego de dos horas.

Parte 2 / El Bolson, Trevellin >>

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