Explorando el Ex-HMAS Brisbane, algo de otro mundo

Sentado a babor en un barco de unos 12 metros de eslora, saltábamos de un swell a otro sujetándonos a las barras de seguridad para no terminar en el agua antes de lo planeado. Los dos motores de 250 HP del MV ScubaWorld nos empujaban a unos 30 nudos mar adentro dejando la marina de Mooloolaba (ma lu lu ba) a nuestras espaldas. Eramos quizá unas quince personas en total, casi todos Australianos, una Checa que vive en Viena, creo que unos Italianos, unos Norteamericanos (de esos que les gusta dejar claro que son sobrinos tel Tío Sam) y como siempre un Yorugua perdido.

El barco aminoró y finalmente se detuvo. Sentado en el borde con mi espalda al mar, chequeé mi regulador principal y de emergencia, controlé mi presión de tanque, hice el «OK» con mi mano derecha, agarré mi regulador y máscara con la izquierda y me tiré de espaldas a ese mundo tan fascinante que es el mar. Realicé el giro que aprendí allá por 2006 en la piscina del Club Malvín o en las playas de Piriápolis, puse un poco más de aire en el chaleco para asegurarme la flotabilidad y di el segundo OK al barco.

En el horizonte, nada, solo el barco que nos trajo hasta este lugar y una boya inflable. Liberé el aire de mi chaleco regulador y esos 5 kg del cinturón de lastre empezaron a trabajar, lentamente me sumergí. Con la mano izquierda en la linea de la boya y la derecha en mi nariz, empecé a compensar la presión del mar sobre mis oídos. Cada 10 metros de profundidad que bajábamos, sumábamos una atmósfera de presión sobre nuestro cuerpo. A mi alrededor nada más que algunos de los compañeros del barco, y un curioso pez murciélago (round batfish), hacia arriba la superficie del mar que parece hecha de plata líquida, y hacia abajo todo azul, solo una línea hacia la profundidad. De repente, tal como una niebla que se dispersa, unas débiles siluetas perdidas en el azul fueron cobrando forma hasta mostrar la razón de por que estábamos ahí. El EX-HMAS Brisbane, un enorme barco de guerra de mas de 100 metros de eslora, descansaba tranquilo frente a mi a unos 30 metros de profundidad. Hoy lo íbamos a explorar.

Mi compañero de buceo del día era Philip, un Australiano «ya crecidito» de quizá unos 60 años o algo más. Philip (con una sola L) vive cerca de Mooloolaba, supongo que está retirado y por sus cuentos tiene un buen vivir. Hace 18 meses descubrió que apasionante es el mundo debajo de la superficie, donde no hay gravedad. Desde ese entonces no ha parado de bucear en muchos rincones del mundo. A su esposa le gusta las aves, a el el buceo, y por suerte hay muchos lugares donde ambas cosas abundan, sobre todo en esta región del planeta. Philip no solo es ya un experimentado buzo, sino que ha realizado esta salida una decena de veces. Pero además, es un tipo macanudo, generoso en cuanto a conocimiento sin ser un ladilla, que me dio varios consejos y me hizo de guía personal por el resto del día. Siempre disfruto hablar con gente así, es gran parte de porqué hago actividades como estas.

El EX-HMAS (Her Majesty’s Australian Ship) Brisbane, tocó el agua por primera vez en 1966 y sirvió en la guerra de Vietnam, en la primer Guerra del Golfo entre otras. Mide 133 metros de eslora («largo») y 14.3 metros de manga («ancho»). en sus tiempos de mozo levantaba 35 nudos (65 km/h) para lo cual contaba con dos turbinas a vapor General Electric. 24 Oficiales y 312 marineros eran los encargados de todos los aspectos del barco, como por ejemplo el lanzador de misiles, torpedos y cañones. En 2001 le llegó la hora de salir del servicio, y gracias a algún genio del gobierno o marina Australiana ahora descansa en el fondo de una bahía del estado de Queensland.

Se despidió de la vida a flote con explosivos, 2 minutos y 10 segundos después estaba en el fondo del mar a unos 28 metros de profundidad. Antes de mandarlo al fondo fue «preparado» para su nuevo rol como centro del parque nacional homónimo. Para esto se vació de todo lo que pudiese ser dañino para su nuevo entorno, se prepararon las habitaciones y se cortaron algunos agujeros en varias partes del casco e interiores para que tanto buzos como peces puedan recorrerlo ad libitum. Hoy es considerado uno de los mejores «naufragios» para bucear del mundo, principalmente debido a su accesibilidad.

El HMAS Brisbane que se deja ver por primera vez!
Cañón de proa, EX-HMAS Brisbane, Queensland, Australia

Y ahí estábamos, el fin de la linea nos había dejado mas o menos de la mitad de barco hacia proa («adelante»), no podía creer donde estaba…Por algo más de 40 minutos recorrimos el exterior del barco y algunas de las galerías. Me sentí como el robot de la película Titanic. La vida marina ya se apropió totalmente del barco, centenares de peces de todo tipo, forma y color habitan todos los rincones del barco. Ya casi no se puede ver la piel metálica del ex-barco, donde ahora se anclan corales y decenas de que-se-yo de bichos. Algunos de estos fantásticos seres subacuáticos viven su vida dentro del barco, otros sobre y otros en la vuelta. Morenas, barracudas, cangrejos y langostas, nudibrianquios, pez Maori, pez Ángel, Grupos de cientos de peces de casi medio metro nadando en sincro sin casi perturbarse por estos seres que visitan su casa.

En la primer salida visitamos toda la cubierta, por estribor y por babor, vimos la plataforma de lanzamiento de misiles, la popa del barco, las galerías hacia el puente y la torre central. También entramos brevemente a algunos cuartos, como aperitivo a lo que sería la segunda salida.

Como buen millennial me saqué una selfie

Cuando mi indicador de presión de aire marcó los 50 Bar (de los 220 que tenía originalmente) fue hora de iniciar el camino a superficie. Nos dimos el Ok con Philip y comenzamos a subir. A los 5 metros de profundidad realizamos lo que se conoce como la parada de seguridad de 3 minutos, para asegurar, valga la redundancia, que no haya ningún problema por descompresión, cuando los gases disueltos en la sangre se transforman en burbujas y las consecuencias son catastróficas.

La «accesibilidad» de la que hablaba anteriormente hace que entre el primer buceo y el siguiente, el barco con los buzos retorne a la marina de Mooloolaba. Ahí se deja el primer tanque (ahora vacío), se traslada el equipo SCUBA al nuevo tanque y por que no, se calma el hambre con algo de comida y quizá el peor café que haya probado en mis 31 años de existencia, pero a quien le importa 🙂

Ya de nuevo en la boya, otra vez al agua, el OK al barco y a seguir esa línea que nos guiaba por segunda vez a las profundidades. Ahora el objetivo principal era entrar al barco, explorar el interior. Usualmente se requiere una certificación especial para navegar dentro de naufragios, quizá por ser este especialmente preparado se hace una excepción, no se ni quise preguntar.

Nuestro guía nos preguntó el Ok uno por uno, eramos un par de Australianos (padre e hijo), el amigo Philip y Yony. El protocolo para no perderse dentro del barco es sencillo, la persona de adelante nunca debe ingresar a un nuevo ambiente (cuarto, habitación etc) sin antes chequear que la persona que viene detrás ingresó al mismo ambiente que uno deja. Básicamente lo mismo que hacen mis padres en la Feria de Tristán Narvaja, solo que ahí la regla es esperar en la esquina hasta avanzar a la siguiente cuadra. Quien sabe cuantas experiencias miserables se ahorraría la gente si implementaran ese sistema, en fin, me fui del tema.

Así fuimos explorando gran parte del interior del barco, pasando de habitación en habitación. Visitamos el puente principal donde todavía se ve la consola de lanzamiento de misiles, que ahora es el techo de la caza de un a especie de langosta marina. De ahí al camarote del capitán (quien esta vez no se hundió con su barco), donde su cama fue copada por corales y decenas de peces de colores que me miraban estáticos cuando los alumbré en plena obscuridad con mi linterna. De ahí a los baños, con los urinarios defendidos por un territorial pez que literalmente me picoteó la cara cuando me acerqué demasiado. El cuarto de máquinas, donde todavía se encuentran las dos turbinas de vapor y todo su sistema de transmisión…Y así fuimos recorriendo el naufragio, a veces cambiando de niveles y alumbrando la total obscuridad con nuestras linternas, siempre atentos a las fuertes corrientes que se forman dentro del barco y pueden repentinamente expulsarte o succionarte por un agujero. Una experiencia inolvidable.

En mi primer intento de edición de videos acá va un resumen de lo que vivimos, espero les sirva para hacerse una idea más completa de lo espectacular de este lugar:

De vuelta en la línea de amarre de la boya, a pocos metros del cañón de proa, esperamos con Philip a la marca de 50 bar para ascender nuevamente. Como nuestro rendimiento de aire había sido un poco mejor que nuestros compañeros de exploración, ellos subieron antes y con Philip quedamos recorriendo la cubierta. Visitamos la proa y hasta nos metimos de nuevo a una habitación por estribor, para volver a salir despedidos por la cubierta. La aguja del manómetro finalmente tocó los 50 y comenzamos el ascenso.

La gente que trabaja como instructor de buceo siempre cuenta que la primera vez que lo hizo, supo que era lo que quería hacer el resto de su vida. Y en lugares como este no me cuesta creerlo.

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Practicalidades:

  • Para poder bucear es mandatorio contar con certificación al menos «Open Water Diver» (OWD) de alguna organización, PADI, SSI etc. Bucear es muy fácil, seguro y accesible, pero hay que saber que los errores se pueden pagar caros, después de todo uno está a 20 metros de la superficie. Con esto no es mi intensión desmotivar a nadie, todo lo contrario, hacer un curso y obtener la certificación de buceo más básica (OWD) es muy fácil, se puede hacer en todas partes del mundo y no es tan cara. En Uruguay yo realicé mi curso con Daniel Piñeiro de la Escuela de Buceo Octopus (http://www.octopus.com.uy/), Facebook (https://www.facebook.com/BuceoOctopusUruguay/), totalmente recomendable.
  • Para poder visitar el naufragio lo más recomendable es contratar algunos de los «tours» que salen de Mooloolaba. Brisbane está a una hora al sur, y casi seguramente volemos ahí para visitar la zona. Puede que hayan empresas que se encarguen del traslado de Brisbane a Mooloolaba como parte del paquete, pero casi seguramente la embarcación salga de Mooloolaba.
  • Según mi búsqueda hay dos empresas muy conocidas, con muy buenas calificaciones, que hacen esta salida, ScubaWorld (https://scubaworld.com.au/) y SunReef (http://www.sunreef.com.au/). Ambas con oficinas en la marina de Mooloolaba, a 15 metros entre sí. Tienen horarios distintos, una en la mañana y otra en la tarde, así que queda práctico para planear. Yo estuve tan fuera de temporada como es posible, y el barco se llena rápido. Recomiendo reservar si se sabe bien la fecha. Los precios andan en la vuelta de los 180 AUD más el quipo que tengamos que alquilar.
  • Recordar que no se debe volar en avión enseguida de haber buceado, pude traer problemas por descompresión. Averiguar bien de acuerdo a la cantidad y tipo de buceos que se hayan realizado cual es la recomendación. Para estar seguro 24 horas parece ser una espera razonable.

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Hola!